Crónicas de un barrio, “Lifting” a Rabesa

Manuel Martín Falcón

Es una sorpresa para mí ver que una de las entradas de mi barrio, Rabesa, está flanqueada por dos grandes jaulas, no sé si las han colocado para enjaular a King Kong o posiblemente a las cantidades de parados que en mi barrio residen. Pero no, ni una cosa ni la otra, tan solo es la estructura para unas mini cataratas del Niagara.

Poco más adentro del barrio nos encontramos con que los edificios que tenemos a nuestro lado están medio sustentados por un talud artificial que está a punto de desmoronarse, pero,     ¡no importa!, pues al no estar a la vista y tratándose de un barrio marginado (y no digo marginal) poco debería preocuparle a las administraciones.

Conforme continuamos en nuestro recorrido, observamos unos edificios de VPO, junto al centro de salud Ntra. Sra. de La Oliva, en penosas condiciones que a un “lumbreras”, en su más eufórica visión decidió colocar todas juntas (familias socioeconómicamente muy  limitadas) en Rabesa, pues como este barrio ya estaba estigmatizado, donde comen dos comen diez.

Si aún no tenemos suficiente nos encontramos con los restos de lo que fue un parque, y digo un parque de tierra, árboles y plantas, algunas de ellas autóctonas, que tras largos años cerrado, y posteriormente, una breve apertura, en el que muchas familias disfrutaban de él, está siendo asfixiado por el asfalto y el adoquín. En él encontramos árboles completamente rodeados de cemento: ¿es tan difícil entender por las administraciones que los ciudadanos, nuestros hijos y nosotros mismos, queremos parques con tierra para olerlos, disfrutarlos, sentirlos (que cuando llueva ese olor a tierra nos transporte a  nuestra infancia, recordando lo felices que fuimos)?. ¡No! ellos se limitan a asfaltar y adoquinar nuestras “pezuñas”.

Tras el parque, nos encontramos con: bloques de viviendas sociales mal mantenidos, calles sin señalizar, pocos contenedores de basuras, aceras en mal estado, farolas que iluminan mucho antes del anochecer (si no se quedan todo el día encendidas) , desagües de bloques rotos, plagas de cucarachas, falta de limpieza…

¿Recordáis esas jaulas que nombraba al principio? Pues creo que están fabricadas para anestesiar cualquier forma de critica o manera distinta de pensar, y que son acalladas bajo un manto de agua esperando que se difumine en el espacio y tiempo. A nuestro excelentísimo Alcalde lo único que le importa es el lifting de un barrio y la inyección de Botox del “Plan Engaño” para modificar superficialmente la fisonomía de un pueblo sin tener en cuenta sus verdaderas  necesidades.

Me niego a que esto continúe así, a valorar más lo que parecemos que lo que realmente somos. Reniego de esa filosofía barata de “parecer” y no “ser”, pues de seguir así poco futuro nos queda como pueblo, perderemos la poca identidad que nos queda, convirtiendo nuestra ciudad en una barata  imitación de otras y nosotros un mal sueño de lo que desearíamos ser.

Manuel Martín Falcón

Andalucista

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